miércoles, 7 de enero de 2015

Vivir en el trópico implica vivir las frutas




 Marzo 2014

La Plaza de Paloquemao es de los mercados de frutas, verduras, lácteos, pescados y carnes rojas más grandes y completos de Bogotá. En el local Ciro y Adela, venden el famoso y delicioso  melocotón de nombre reconocido y de vista desconocido; una deliciosa fruta alargada y grande de color rojo que a simple vista parece un embutido.
Las empresas que hacen yogur no permitieron durante mucho tiempo que vendedores independientes comercializaran la fruta, según Ciro porque temían que el negocio del yogur se les tumbara. Pero Hasta hace un par de años, personas como él y su esposa Adela entre otras pocas, lo traen a Bogotá. “Es muy bueno para la prevención del cáncer” dice Ciro mientras me ofrece un pedazo y se dirige a una canasta a enseñarme otra fruta poco común que tiene la apariencia de una papa pastusa, el Yacon. “Esta por ejemplo previene además del cáncer, los excesos de colesterol. Nuestro local se caracteriza por vender la fruta para que la gente conozca los problemas de salud comunes y la manera para  prevenirlos”. El melocotón se puede licuar con leche a manera de sorbete o así mismo elaborarlo como yogur, como lo conocemos popularmente en Colombia.  

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En San Victorino, sector comercial y muy concurrido de Bogotá, se parquea un pequeño trapiche de  madera. Desde hace un mes, el vendedor, Nixon, “Nixon, como el presidente de Estados Unidos”, motivado por sus ganas de trabajar, decidió  aceptar la propuesta de hacerse cargo de las ventas del delicioso jugo de caña en esta elaboración artesanal, (elaboración y producto que no se consigue en otro sector de Bogotá). Es una variación más simple del guarapo, pero este es un jugo básico y muy natural para refrescar. Los palos de caña desaparecen desde un extremo y en el otro sale una deliciosa bebida color verdosa en el recipiente de plástico. Es un jugo dulce pero cuya clave del éxito está en unas cuantas onzas de limón y siempre estar helado. “Los que más consumen jugo de caña son los extranjeros. Una vez vinieron unos cubanos y cada uno se tomó como seis vasos. Otro día vinieron unos japoneses que quedaron muy satisfechos con el producto”.

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Víctor arrendó un local en el callejón del Chorro de Quevedo (Bogotá), instaló computadores para servicio de internet, comida de paquete, jugos, cervezas, y abrió espacio para ubicar sus seis baldes gigantes de su propia variación de chicha (bebida prehispánica de latinoamerica). Desde hace cuatro años, de manera individual y casera  se ha dedicado a experimentar con diferentes variaciones de esta bebida. Sus especialidades, chicha de siete frutas y chicha de uva y piña: “Se cocinan las harinas, de maíz y de trigo, se dejan enfriar. Luego se echan en una molla barro. Después se cocinan las frutas con miel, que quede como una melaza y se dejan enfriar. Luego se echan en la molla donde se echó la harina y en la molla se echan panelones”. En sus tiempos libres se dedica entre otras cosas a jugar ajedrez con extranjeros, uno de tantos que visitan este especial sector de Bogotá.

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