martes, 11 de marzo de 2014

La pérdida y la búsqueda

2012 

Hace ya varios meses conseguí un teclado inalambrico porque un par de teclas de mi laptop se dañaron. Usándolo, empecé a plantearme un par de cuestionamientos sobre la tecnología en relación al espacio. ¿Entre más moderna sea la tecnología, menos espacio ha de ocupar? ¿Si ocupa menos espacio, el control que ejercemos sobre ella es absoluto?

Hoy en día, estar al tanto de los efectos y resultados de los mensajes que consumimos y producimos implica tener una confianza en la herramienta y en el medio. Pero, por ejemplo, un botón que sirva para realizar tres funciones diferentes con el fin de ahorrar espacio en la pantalla podría romper los límites de esa confianza que le otorgamos al aparato.



El Walkman fue una revolución; fuera de la casa y en movimiento podíamos satisfacer gustos musicales personales a manera personal, esto implicó el uso comercial de los audífonos y tamaño pequeño. Este aparato solo tenía un propósito, que toda nuestra atención con este no se desbordara del tema musical y, se sabía que si caprichosamente adelantabamos canción por canción la pila se acababa más rápido. Muchos preferían entones dejar sonar todo el casete. Se puede decir que teníamos control absoluto sobre la música (la llevábamos con nosotros y grabábamos en el caset lo que queríamos) y la herramienta, a su vez, tenía control sobre nosotros. 

La necesidad de simplificación fue reto para todas las industrias de electrodomésticos, pero ese afán distorsionó el significado que le dábamos a las cosas. Cuando antes sólo podíamos reproducir por mucho veinte canciones en el caset, hoy en día creemos que tenemos el control absoluto de 2000 canciones y a la vez el control del mundo virtual, es decir, la lucha por la visibilidad y el deseo de consumir lo que se comparte en la red. Confundimos rapidez con consumo. Hoy en día por mucho se llega a escuchar dos canciones completas, por lo demás, existe ansiedad tecnológica: saltamos todas las canciones rápido por el afán de aprovechar las 2000 canciones que se tienen en 'poder'. La herramienta empezó entonces a confundirse con el mensaje o el contenido.


Queremos ejercer el control de un universo virtual y a la vez el control de una herramienta con múltiples funciones (smartphone) en esa lucha de la que no estamos conscientes de la lucha. Al sentir que se tiene el control (que implica afán) el contenido muere en el espacio virtual y queda perdido en la herramienta.