Nada
diferente en la plaza central de Paipa esa tarde; un bar esquinero cuya
arquitectura no concordaba con la uniformidad del pueblo. Tiene muchos espejos,
predominancia de madera, música de los 80 gringa, publicidad de cerveza
extranjera y cerveza artesanal. En la barra, dos extranjeros, un hombre y una
mujer de aspecto juvenil, conversaban en voz baja. Aparte de ellos no había
nadie más. Diagonal al bar, las típicas tiendas donde venden paquetes de papas,
jabón, costureros, juguetes de plástico, medias y balones de fútbol traídos de
Monguí, Boyacá.
El
camino que va hacia los hoteles 4 y 5 estrellas, que rodean la laguna
Sochagota, famosa por practicar sky acuático, y hacer kayak, empieza con un
lote pequeño en el que funciona un negocio de karts. Por cuatro mil pesos se
tiene derecho a tres vueltas. La pista sólo consta de un par de curvas
adecuadas para generar una adrenalina necesaria por tan poco precio. Los
administradores del negocio son una familia conformada por el padre y sus tres
niños pequeños que lo ayudan con el negocio.
Luego,
por ese camino se encuentran tiendas y restaurantes de paso. Como es usual en
Colombia, la mayoría de tiendas disponen de mesas afuera para tomar cerveza.
Varios carros y camionetas de gama media y alta se estacionaban durante unos
minutos al frente delos sitios. El que se encontraba al final de todos esos
negocios tenia las mesas y sillas Rimax amarillas que hacen publicidad a
cerveza Águila. Una muchacha de unos 22 años se sentó y pidió unas papas
Margarita de pollo y una cerveza.
Cuando
las gotas de la primera Águila resbalaban por su frialdad, se acercó un hombre
a la tienda. ¿Qué podía tener para despertar curiosidad en alguien? cabello
negro con corte clásico, piel trigueña tirando a blanca, zapatos cafés, un jean
más bien viejo, y una camisa beige de botones. Se sentó en una de las mesas
amarillas y pidió una cerveza. La muchacha que se encontraba justo en frente de
él, manifestó incomodidad y con egocentrismo evitaba las miradas del hombre.
-¿Me
puedo sentar?
La
chica asintió con un movimiento torpe de cabeza. El hombre se sentó
cómodamente.
-Voy
a pedir una cerveza, tu quisieras otra? Yo invito
La
trivialidad invadió los primeros minutos. “¿Estás de vacaciones?” “¿dónde te
estás quedando?”. Un instante cualquiera de un día cualquiera en un pueblo
turístico de Boyacá…Un sol que se estaba despidiendo bañando la laguna con su
habitual tono naranja encendido. Familias seguían pasando en sus camionetas
hacia los hoteles.
-
Y ¿qué temas te gustan? O sea, en qué te gustaría enfocarte?
La
muchacha, con su bolso sin bajar aún de los hombros, continuaba la conversación
con su movimiento inseguro de cabeza y
un “sí” insípido. El hombre, que tomaba más rápido cerveza, le avisaba a la
muchacha que pediría más.
-Ahí
perdonarás lo sapo jeje, ¿estás estudiando actualmente?
La
muchacha aunque aún incómoda, decidió soltar más palabras para no aburrirse
ella
-Me
gusta la música, el otro año entro a la carrera....Y pues...nada, en algún
momento pensé en periodismo...Pero es más un hobbie, como escribir, no se, por
ejemplo, esos programas que dan en Caracol sobre investigación, que persiguen a
gente estafadora, ladrones, son chéveres , o esos donde cazan fantasmas, o
hablan con muertos, jaja....
-
Sí, sí, a mi toda esas vainas me llaman mucho la atención también.
-...O
no se, hace unos años había un programa que se llamaba Creencias, que ponían en
un panel como a representantes de religiones, y discutían entre ellos sobre si
estamos solos o no, bueno, un montón de cosas...
---Sí,
si! Como que yo tengo esa impresión, ese sentimiento de quién manda a los
humanos.
-¿Usted
dónde es que vive?
-Yo
estoy aquí de paso en Paipa, vivo solo en una pieza que alquilo, pero esto es
muy tranquilo….
La
muchacha con las mejillas un poco rojas por el calor del alcohol, lanzó un
comentario inspirado en un aviso en un poste que invitaba a extrañas reuniones
en la calle 65 (Chapinero)
-A
mi me han dicho que por aquí cerca...en Nobsa, se ven ovnis…Pues, yo no se si
creer en eso o no…..
-Mira,
Nobsa es un portal, y esa vaina es lo que nadie sabe…
El
hombre inclinó su cuerpo hacia la mesa para quedar más cerca de la muchacha y
dibujó una sonrisa mirando a un punto fijo de la mesa, como si hubiera tenido
claro antes de sentarse que la muchacha iba a hablar de ovnis.
-Mira,
digamos, ¿cómo piensas que uno puede llegar allá? Preguntó el hombre con
aparente interés
-¿A
dónde? ¿A otros planetas?
-
Es que digamos, los que tienen la plata y los científicos de la NASA llegan en
naves y eso, pero no los conocen…, esa gente no tiene contacto con ellos.
-Usted
cree que uno puede ser abducido?
-
Los artefactos los tiene uno, o sea, para irse…
-
Meditación o algo así?
-En
parte, pero hay algo que se fabricó hace muchos siglos aquí en la tierra. Lo
que pocos saben es que los ingredientes que son tan simples, fueron pensados
para que pudiéramos llegar a ellos. Usted va a decir “uy qué man tan loco”…
-¿Cuál
fabricación?
El
hombre se puso levemente de pie, pidió dos cervezas y luego le preguntó a la
muchacha si quería otra. El frío que empezaba a sentirse hizo cambiar un poco
el sabor de las cervezas: ahora eran más agrias, pero inexplicablemente
necesarias. El recién conocido le estaba develando a la muchacha algo de lo que
el sí tenía pleno conocimiento.
-Usted
ha escuchado hablar de la leyenda del Dorado, cierto? Bueno es que en realidad
esos muiscas sabían que en el fondo de la laguna de Guatavita habían extraterrestres pero no sabían que en
realidad esos eres quería enseñarles cosas, mandarles mensajes…Les tenían miedo
pero les generaban así mismo curiosidad.
-jaja…Bueno,
no se, ya esa teoría se excede un poco de la realidad…Pues no digo que sea
definitivamente una mentira, pero…
-Es
que mejor dicho, voy a ir al grano…Esto que nos estamos tomando no es solo una
simple cerveza…Las primeras personas en fabricar vino y cerveza no lo hicieron
experimentando así de la nada…Ellos encontraron escritos de mensajes, como instrucciones…Pero
como siempre pasa, esa información se quemó y se ocultó
La
muchacha empezó a apaciguar el frio cruzándose de brazos, pidió unas Margarita
de limón y se sentó de nuevo sin comprender muy bien el punto al que quería
llegar el hombre. Se inclinó hacia él comiendo las papas de manera rápida.
-El
trago es como una droga especial o algo así?
-Los
mismos que están en la laguna de Guatavita, vienen de una galaxia que se llama
Ramud..Ellos trataron de enseñarles a los muiscas, a los aztecas y a los incas
cómo desafiar la gravedad y el tiempo y el espacio, pero como nunca aprendieron
porque eran muy y como muy…crédulos, ingenuos, lo que hicieron los ramudistas
fue diseñar un alimento o bebida que pudiera transportarnos psíquicamente para
conversar y conocerlos. Entonces químicamente la cerveza, el vino, el vodka,
etc, todas esas yerbas y granos, están aptas para nosotros habilitar las
neuronas para escucharlos, para acceder a ellos…Jajaja es que en serio usted
pensará que yo soy un man re loco, pero igual no dejaré de decir lo que se.
Casi nadie sabe eso, pero somos pocos lo que lo hemos entendido, solo que nadie
ha bebido en función de abrir la mente
-Ufff
..Yo jamás había escuchado eso, esa teoría…Yo sabía lo de las drogas…Pero hasta
ahí..
-Es
que ahí está la vaina. Mira, los Rockefeller saben que eso es posible, ellos
sabe lo que los seres de esta galaxia ofrecieron, por eso desde hace un siglo o
más, las empresas y los dueños de este mundo venden el trago como símbolo de
diversión y digamos como algo para relajarse. Hacen que la gente ni se imagine
que el trago es un portal de comunicación con extraterrestres.
La
conversación siguió de manera calmada. En momentos sus miradas se quedaban en
puntos fijos o se distraían mirando a los transeúntes…Gente entraba y salía…Un
grupo de hombres mayores pidió otra ronda de cerveza. Los recién conocidos se
pusieron de pie algo picados por la cerveza y el hombre le ofreció a la
muchacha compañía hasta su hotel En el camino, la luna grande e imponente les
iluminó la laguna. A pocos pasos de la entrada del hotel, el hombre prendió un
cacho de marihuana y amablemente se despidió. Desde esa distancia se alcanzaba
a ver a un vigilante mirando a los dos jóvenes con curiosidad. De lejos se
escuchaba la música del lobby del hotel, Richard Cleyderman.
-Chao,
hasta la próxima entonces…Bueno, usted por allá en Bogotá, pero bueno, rico
haber hablado
-Chao
Eduardo, gracias por acompañarme, que le vaya bien.
El hombre desapareció de vista de manera muy rápida, ni sus
pisadas se escuchaban. Los insistentes ladridos roncos de un perro se
escuchaban a lo lejos. Entre las nubes la luna trataba de asomarse con un
amplio espectro de luz. Unos voladores de pólvora hacían ladrar cada vez más al
perro que parecía enfermo.