Uno de los cuentos que García Marquéz no
logró construir fue el del hombre que se perdía en los sueños. En una de sus
columnas de El Espectador, 'El mar de mis cuentos perdidos', hace un resumen de
la fascinante historia que me hizo añorar que la hubiese logrado, y si
alguna vez se me da, me gustaría soñar con el cuento culminado preferiblemente
sin tener la suerte del personaje.
El hombre sueña que duerme en un
cuarto igual a su cuarto de la realidad. En ese segundo sueño el hombre sueña
que duerme en otro cuarto idéntico al de la realidad, es decir, un tercer
sueño. El despertador suena en la realidad y empieza a despertar, pero para
lograrlo del todo debía hacerlo del tercer sueño al segundo y así. Lo hizo tan
cautelosamente que cuando despertó en la realidad, el despertador ya había
dejado de sonar.
El hombre no se convenció de que
aquella era la realidad porque su cuarto era una reproducción idéntica en todos.
Atemorizado y dudoso se durmió para volver al segundo sueño y buscar rastros de
realidad. Todavía sin convencerse se durmió en ese segundo sueño para buscar la
realidad en el tercero, en el cuarto, en el quinto y así sucesivamente el
hombre empieza a extraviarse. Con la angustia de querer despertar realmente,
como una parálisis de sueño, pienso, probó el recorrido de adelante hacia atrás
pasando sin percatarse por al lado de la realidad, durmiendo eternamente hasta
despedirse de ella.
¿En algún punto el hombre habrá
recordado cuál era la realidad y quiso regresar sin éxito? ¿esa posible
realidad habría sido alguna en la que reinó el ruido del despertador o por el
contrario, el silencio? ¿Cómo pretendía buscar la realidad en el lugar de los
sueños? Puede que su búsqueda angustiosa jamás haya encontrado certezas. En ese
punto el encuentro con la muerte es problemático y engañoso.
La manera como imaginé esa
realidad fue triste...Tan transparentosa es a veces que ni una persona
obsesionada por estar en ella la puede ver, o posiblemente Gabo ubicó la
realidad tan visiblemente que era imposible que el personaje fuera consciente
de ella. El hombre entonces, puede que
no se haya extraviado de sueño a sueño en orden. Puede que incluso se haya
extraviado en un mismo sueño o en la misma realidad.
Pensé en Einstein y sus curvas.
En la redondez del universo y en la inconclusa idea de los viajes astrales que
posiblemente se desenvuelvan también en esas curvaturas producidas hasta por el
chicle que escupimos en el piso, por el mismo peso de nuestra existencia. La
misma gravedad lo devolvió a la certeza del no retorno, es decir, la muerte,
pero para llegar a ella tuvo que encontrarse cara a cara con el universo, con el tiempo, con sus paradojas.